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Después de su paso por Vic, Olot, Bruselas y Madrid, Josep Coll i Bardolet se instalaría en Valldemossa a principios de los años cuarenta: desde entonces, se convertiría en uno de sus vecinos más queridos, pero también en uno de sus mayores talentos creadores. Nacido en Campdevànol en 1912, este artista catalán destacó por dar forma a una obra tan extensa como heterogénea. Sus lienzos, auténticas explosiones de movimiento y color, muestran desde bodegones y paisajes naturales hasta composiciones florales o una de las muestras más icónicas de su trayectoria: los bailes populares mallorquines. En su obra, expuesta en diferentes capitales de España, Francia, Suecia, Estados Unidos o Bélgica, Valldemossa ocupa un lugar destacado, apareciendo inmortalizados algunos de sus rincones más emblemáticos. En reconocimiento, en 1987 fue nombrado Hijo Adoptivo por el Ayuntamiento de Valldemossa. Tres años después, la Generalitat de Catalunya lo premiaría con una de sus mayores distinciones: la Cruz de Sant Jordi.

Co-fundador de la Obra Cultural Balear, con su muerte en el 2007 se llevaría a cabo la donación de una parte de su obra al Santuari de Lluc; la otra, permanecería en Valldemossa mediante la Fundación Coll Bardolet, entidad creada con el objetivo de preservar y difundir la obra pictórica del artista catalán. Situada en el número 4 de la calle Blanquerna, en pleno corazón del pueblo, se ha convertido en uno de sus principales epicentros artísticos mediante la muestra permanente de una parte de la obra del artista, pero también a partir de su programación cultural, que incluye actividades al aire libre. Sin duda, el recuerdo de Josep Coll Bardolet perdura en las calles del pueblo al que terminó llamando “Mi hogar”.

© Foto: Cartoixa a l’Hivern, Josep Coll i Bardolet. Fundació Cultural Coll Bardolet.

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